Son días festivos. En los hogares se celebran reuniendo a la familia en torno a la mesa y con unos menús más cuidados que nunca. Son días bonitos que, aunque ponen de manifiesto más que nunca las ausencias, sirven a sí mismo para juntar a los que están y para entablar conversaciones pendientes, dar abrazos por devolver u ofrecer favores necesarios. Como decía Julio: Unos que vienen, otros que se van; la vida sigue igual.
En cualquier caso, lo que permanece, y lo hace desde hace más de 500 años, es el mercado semanal de los sábados en Tolosa; la del sábado pasado fue otra edición más en esos 500 años del mercado especial de Navidad. Mucha, muchísima, oferta de producto en las mesas habituales, con novedades como el cardo, los adornos de Navidad más presentes que nunca, y una excelente fruta del país, apropiada tanto para consumo en fresco como para preparar esas exquisitas compotas que muchos esperamos. Incluso los vendedores pudieron degustarla de manos de una corporación municipal encabezada por la alcaldesa. Costumbre que va convirtiéndose en tradición.
Destacaron, por no habituales y por esperados, los puestos invitados con motivo del mercado extraordinario. Hubo toda clase de productos; desde artesanía en madera, barro, cuero o metal, hasta encurtidos, patés, embutidos, licores, postres de toda clase, chocolates o vinos de todo tipo. Fueron puntos de venta de mucho atractivo, y que congregaban a todos los que se pasearon por las distintas ubicaciones. Resultó un placer para los habituales recorrer la calle San Francisco, la plaza de la alhóndiga, el Triángulo, la plaza Justicia, el Zerkausi y la coqueta plaza Verdura. La oferta fue interminable, y el que suscribe se atrevería a decir que muchos de los productos a la venta no se pueden adquirir en monstruos del comercio y de la logística como los comercios virtuales. Otro argumento más en favor del modelo de consumo sostenible que propone el mercado semanal.
Brillaron con luz propia los puestos de la plaza Verdura que ofrecen planta ornamental; vendieron mucha flor de pascua, mucho centro, mucho ramo y mucha planta en maceta. Desde luego, gusta adornar los hogares de manera apropiada en estas fechas y las cifras de venta así lo atestiguan.
Chocó el ver en los puestos productos como las guindillas de Ibarra que aún se pueden consumir. Hablamos de un producto claramente estacional y centrado en la parte más cálida del año, que año tras año viene alargando su producción más allá de límites previstos. Sin duda es un placer consumirlas, pero la reflexión al respecto no es baladí. Vimos también tomates e incluso vainas, aunque las verdaderas dominantes fueron las verduras de invierno. Brassicáceas de todo tipo, como la coliflor, el romanescu, las berzas, el kale o el pak choi, así como borrajas, los antes citados cardos, acelgas, escarolas, calabazas de todas las variedades y unas excelentes legumbres. La lista micológica estuvo dominada por la gamuza y el níscalo locales, además de angulas de monte, trompetas y senderuelas. Las trufas a la venta hicieron las delicias de los clientes más exigentes. Productos idóneos para estos días.
