- Una vez certificada la idoneidad de las correcciones que faltaban por realizar y de toda la documentación, esta mañana se han realizado los últimos trámites.
- Ya están en funcionamiento los ascensores de ambos lados.
Esta mañana se ha abierto el puente peatonal entre las calles Belate y Larramendi. Una vez certificada la idoneidad de los ajustes que faltaban por realizar en el puente y de toda la documentación, tras meses de retraso, hoy se han firmado los últimos documentos.
Han sido dos las causas del retraso en la apertura del puente. Por un lado, al realizar las inspecciones, se detectaron algunas deficiencias que la empresa responsable ha tenido que subsanar. Por otro lado, y una vez realizadas estas reparaciones, debía aportar toda la documentación para poder obtener los permisos de fin de obra. El ayuntamiento recibió la semana pasada toda la documentación y realizada la última inspección, hoy se ha dado el visto bueno a la obra.
«Durante todo este tiempo, conscientes del retraso, desde el Ayuntamiento hemos exigido reiteradamente a la empresa la inmediata finalización de los trabajos y la adecuada presentación de toda la documentación. El retraso ha causado malestar en los barrios y, en cierta medida, compartimos esa sensación. Sin embargo, hasta que no hemos podido cerciorarnos de que todo estaba bien, y por la responsabilidad que nos corresponde, desde el ayuntamiento no hemos podido autorizar su apertura», ha explicado el concejal de urbanismo, Ander Figuerido.
¿Por qué se ha hecho ese puente?
Ha sido un proyecto que ha generado dudas desde el principio. También hay quien se ha preguntado sobre la real necesidad de este puente. A la vista de ello, el gobierno municipal, al inicio de su mandato, estudió la posibilidad de suspender o adaptar el proyecto, incluso la opción de destinar esa inversión a otra infraestructura para el barrio, ya que cuestionaba la idoneidad y necesidad de este puente, y evitar el elevado coste de mantenimiento de varios de sus elementos, como es el caso de los ascensores.
La pasarela forma parte de la ordenación estructural del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) y estaba definida como carga de urbanización. ¿Qué significa eso? Que cuando se planificaron las obras de urbanización en el entorno de Larramendi en el año 2009, se estableció como condición la ejecución de esta obra a la empresa encargada del desarrollo urbanístico. Por lo tanto, en el supuesto de que se acordara la suspensión definitiva del proyecto, y teniendo en cuenta que dicha carga de urbanización era muy concreta, no cabía la posibilidad de realizar ninguna otra alternativa a cambio de dicha infraestructura. Además, con iniciados ya los trabajos, la no realización de los mismos podía significar consecuencias jurídicas y económicas.
«Nuestro deseo no era hacer puente. Hubiéramos visto más adecuado un puente de otras características en otro lugar o algún otro equipamiento para el barrio. Pero, como las obras ya estaban iniciadas, las posibilidades que teníamos eran escasas y, pese a no ser de nuestro agrado, lo más razonable y viable era continuar con las obras», añade Figuerido. Sí se pudo realizar un cambio para dar respuesta a las demandas de las y los vecinos de la zona: trasladar la torre del ascensor del lado de Larramendi para alejarla lo máximo posible de las viviendas.
